Sobre las llamadas uniones cívico militares
Hace mucho tiempo que tengo pendiente la
tarea de exponer algunas observaciones sobre las llamadas uniones
cívico militares a las que suelen referirse, bien con esa exacta
expresión o mediante algunas similares, dirigentes políticos para justificar la
intervención en la vida civil y actividades cívicas de las diversas sociedades
por parte de componentes militares, con la excusa de pretender un
desarrollo más adecuado de las mismas y una interrelación mas directa
entre civiles y militares lo que a la postre como se referirá, suele ocurrir
con la principal intención de una dominación política de los espacios
ciudadanos de espaldas al principio de pluralidad política necesario en las
sociedades democráticas.
La primera observación que ha de hacerse,
es que tales reflexiones y ocurrencia del poder a ese eufemismo de endulzar la
denominación de esa situación de material intervención en la civilidad
del poder castrense, no ha sido, ni es, ni será exclusivo de ninguna sociedad o
régimen determinado, así como de ningún lugar específico, no obstante, siempre
habrá ejemplos más evidentes, mas reciente, mas actuales, más cercanos, y
en consecuencia, mas graves para quienes lo padecen.
Resultado de lo anterior, ha de mencionarse
que en tal sentido, las reflexiones que se exponen, no se dirigen a
ninguna situación particular de regímenes que apoyan su actuación en el
sustento y justificación de las uniones cívico militares, por el
contrario, no es otra la intención que las mismas sean lo más amplias y
generales posibles, y como siempre, para que cada lector con conciencia
crítica asuma su personal postura y conclusión.
Pudiera decirse que desde el inicio de la
misma humanidad, se ha debatido en torno a si las sociedades han de ser
regidas mediante criterios y personeros castrenses, ya que suele
relacionarse a los mismos con la idea de orden y disciplina, conceptos que
resultan muy apropiados y necesarios para la formación y
sostenimiento de una sociedad, pero más que orden y disciplina, lo que le
es más natural a los regímenes militares son los principios de subordinación y
obediencia, que en muchos casos es traducido como ciego seguimiento de
órdenes superiores que no puedan ser cuestionadas, siquiera observadas
por los obligados, lo que puede resultar en una vulneración de otros
principios humanos como el libre albedrío, libertad de conciencia, e incluso
atentar con valores y principios democráticos como los de justicia, pluralismo
y libre desenvolvimiento de la personalidad, entre otros; por ello no en
vano observamos que a lo largo de la historia, los regímenes totalitarios y
absolutistas hacen uso de los componentes militares para intervenir en los
aspectos civiles y de esa manera ejercer el dominio sobre las personas que
hacen vida en dicha sociedad.
Antecedente histórico que merece
señalarse es el de los Lacedemonios, cuya sociedad fue erigida en torno a
la formación de hoplitas, no teniendo otro norte que el de la constante preparación
y ejercicio para la lucha armada como el de la Batalla de Termopilas de la
que recordamos la versión cinematográfica en ·300. .
Ninguna otra sociedad como la de
Esparta nos ofrece ese importante ejemplo de una sociedad militar y el
constante entrenamiento y preparación para acciones bélicas.
Sociedad que atendiendo a su bien general, justificaba que cualquier recién
nacido que tuviera una mínima deformidad debía ser sacrificado, ya que
era inaceptable que existiesen individuos que no fueran soldados,
olvidando, y dejando de lado la formación en las luces de la población.
Preguntémonos, ¿Qué ocurrió con Esparta?, respondámonos nosotros mismos.
Por otro lado, observamos el caso de
Atenas, en la que se desarrolló de manera mucho más amplia la educación
cívica, las letras y las artes, la filosofía, la ilustración, y cuándo
era necesaria la defensa militar, si sus componentes no resultaban
suficientes, no tenía inconveniente alguno de contratar mercenarios para
las especificas contingencias ¿Qué ocurrió con Atenas? Que se erigió como
cuna de la civilización y pensamiento occidental, de la democracia y sus
instituciones. Ciudad y sociedad que hasta hoy subsiste no obstante las
dificultades que ha debido afrontar y que ha padecido como muchas otras
sociedades.
Otro episodio de la historia al que podemos
referirnos es cuando Roma estuvo a punto de perderse por las actuaciones
contra cívicas de los militares, recordemos la famosa conjuración de Lucio
Sergio Catilina para asesinar a miembros del senado, conjuración que fue
advertida y evitada por Marco Tulio Cicerón cuando ante la asamblea
develó los planes de los militares conspiradores contra el poder civitatis del
Senado. Acertadamente Cicerón concluía y afirmnaba: "cedant arma togae, concedat laurea lauri",
que las togas precedan a las armas, que los laureles sean concedidos a los
méritos.
Luego, con el surgimiento del
constitucionalismo y posteriormente con los procesos independentistas del
continente americano de finales del siglo XVIII y hasta mediados del XIX,
con el entendimiento del estado de derecho y la separación de poderes como
elementos esenciales, más que de estados democráticos, de sociedades
civilizadas y que han podido superar estadios de barbarie y tribalidad, puede
perfectamente afirmarse que deben las fuerzas armadas, todos los componentes
militares, el poder militar, estar sometidos a la autoridad civil, que es la
que imparte las razones e ilustración que ha de guiar el uso de la fuerza
en caso que resultase necesario hacerlo, mientras que lo contrario, el
sometimiento de la autoridad civil a la militar deviene generalmente en una
receta perfecta a base abusos y sin razones que atentan contra la
libertad y prosperidad de esas sociedades.
La historia reciente, de los últimos 100
años, nos ha brindado múltiples ejemplos de sociedades en la que la calidad
general de vida de sus miembros se ha pauperizado, en las que es evidente
la carestía de servicios públicos de calidad, donde se observa a diario el
incremento de la criminalidad, debilidad institucional, aumento de hechos de corrupción,
militarización de los organismos de seguridad ciudadana; sociedades que
generalmente han tenido, y tienen como signo distintivo y elemento común, la
injerencia del componente y pensamiento militar en la vida civil, unas
veces abierta y expresamente, en otras, disfrazado con retoricas falaces
como la justificación de las llamadas uniones cívico militares.
Tuve la oportunidad una vez de
presenciar un ceremonial militar y no dejó de impresionarme la preparación de
sus participantes, la solemnidad del acto, el orden y la disciplina que les son
propios y al que están llamados, y claro está que visto el desempeño en el
acto, no es extraño que la muestra de tal cerrada disciplina puede
presentarse como perfecta justificación de quienes propenden que la dirección
de los destinos públicos sea ejercida por parte de militares, refieren a
la necesidad de un orden tal para superar situaciones sociales adversas, pero
como se ha comentado, cuando las estructuras e instituciones castrense se hacen
o acercan a posiciones de poder, terminan casi siempre por corromperse y
utilizar las armas para dominar a la sociedad civil a la que se le deben.
Y es que si bien debe haber un sometimiento
estricto del poder militar al civil, entre ellos debe existir también un
balance en cuanto a la relación de luces y virtudes entre ellos y frente a la
sociedad, ya que como hemos dicho, siempre deben estar sometidos al estado de
derecho y principio de legalidad, de manera que la voluntad de la autoridad
civil no se mueva por objetivos totalitarios haciendo uso del poder
militar como una herramienta partidista entre facciones y ejecutor político
envileciendo sus funciones naturales.
Una autoridad, un poder militar, ordenado,
preparado y obediente, se debe a uno civil, también ilustrado, preparado,
probo, y más importante aún virtuoso y tendente a la justicia, lo que no
se alcanza sino teniendo claros los principios democráticos y constitucionales
de separación de poderes y la sujeción de su actuación a la ley, a la
constitución como limitación de ejercicio de poder y no como instrumento para
ello, por lo que debe ser constante la educación y preparación, tanto de la
autoridad civil como de la militar en estos vitales principios. Siendo la
verdadera Constitución y verdadera democracia los remedios contra los
regímenes totalitarios que intentan imponerse haciendo uso del poder
militar escondiéndose detrás de la falacia de las llamadas uniones cívico
militares.
Imagen tomada de http://www.daviddarling.info/encyclopedia_of_history/C/Cicero.html
Las figuras panfletarias, demagógicas y manipuladoras utilizadas por los regímenes totalitarios están dirigidas a la gran masa de esperanzados; siendo la esperanza, uno de los elementos sine qua non del establecimiento autoritario. La unión cívico militar, lógicamente, no existe; sino el sojuzgamiento de la población civil por parte de aquellos con la ilusión de que "somos un sólo ente".
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