La gestación de una constitución materialmente inconstitucional
El 3 de agosto, pero de 1999, tuvo lugar
uno de los acontecimientos de mayor importancia en la historia de Venezuela, un
hecho que marcó definitivamente un antes y un después. Se instaló la Asamblea Nacional
Constituyente que en definitiva produjese el texto que hoy todos denominados
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y cabe preguntarnos: ¿En
qué ayudó? ¿En qué sirvió ese procedimiento constituyente? ¿Somos un mejor
país? ¿Un mejor Estado? ¿Una mejor nación? ¿Mejores ciudadanos? ¿Vivimos mejor?
¿Somos más prósperos? ¿Tenemos más justicia? ¿Mayor seguridad?
Muchas son las preguntas y muchas más
las dudas e inquietudes que se generan al tratar de dar respuestas a esas
interrogantes, y las muchas otras que salen a flote cuanto se toca el tema
Como siempre, cada uno de nosotros debe
responderse a sí mismo arribando a sus personales conclusiones, y las
reflexiones que aquí se hacen no tienen
otra intención que la de generar conciencia crítica de tales
situaciones, independientemente de las perspectivas y sentimientos que genere.
(¿Sabe usted el valor de la moneda
nacional frente al dólar norteamericano en agosto de 1999? Era de Bs. 620,40
por dólar, 17 años después, iniciado el mes de agosto de 2016, es, según se
mida de: (i) BsF. 10,00 es decir Bs. 10.000,00 por dólar a la tasa DIPRO; (ii)
BsF. 644,64 es decir Bs. 644.640,00 por dólar a la tasa SIMADI, y (iii) la
verdadera “sensación” de intercambio a la que las personas estarían dispuestas a
materialmente “vender”, es de BsF. 1.003,00 es decir Bs. 1.003.000,00. Esto es,
que el valor de intercambio de la moneda patria ha disminuido en más de 1.616
veces, o lo que es lo mismo, en sólo 17 años, por lo menos nominalmente, nos
hemos empobrecido más de 150.000%. Aquí podemos ir sacando algunas conclusiones
preliminares)
Tratemos cada uno de recordar quiénes
fueron esos 131 representantes de pueblo que resultaron elegidos para tan
importante misión. Sus luces, su ilustración y conocimiento en tal vital función.
Salvo muy poco de ellos, la abrumadora mayoría, personas con casi,
prácticamente, sin ningún conocimiento jurídico, menos aún constitucional. Ni
siquiera sabían, ni aún ahora creo que sepan lo que es una Constitución. Entonces,
hoy a más de tres lustros después, podríamos afirmar que jamás el producto de esa misión podría ser
llamado una verdadera Constitución en el sentido material. Claro está que
contamos con un texto publicado en el órgano de publicación oficial, ello pese
a que también se verificaron irregularidades entre la aprobada, la sometida a
aprobación mediante referendo, la publicada en una primera ocasión y luego una
segunda vez con una exposición de motivo que aún se desconoce su autoría ya que
jamás se presentó a la aprobación de la asamblea.
Baste leerse el artículo XVI de la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 para
siquiera tener una idea de cómo en la época pre independentista se entendía lo
que es una Constitución, y que muy lastimosamente desde los inicios de nuestra
época republicana se desconoce, y hoy peor aún se reniega. En ese
desconocimiento se encuentra el germen de muchos, la mayoría, de los males que
hoy nos aquejan y de los que podemos encontrar sus antecedentes poco tiempo
después de nuestro primer texto constitucional de 1811 y que valga recordar,
una de las primera Constituciones no solo del continente americano sino del
mundo, únicamente precedidas por las constituciones de los Estados Unidos de
Norteamérica (1787), Francia (1791) y Haití (1801), por lo que es muy
lamentable que siendo Venezuela uno de los primeros Estados en conformarse como
una república y un Estado de derecho regido por una Constitución, a más de 200
años permanezca ciego en su alcance y significado, resultando en una situación
material que podemos catalogar simplemente de Estado de cosas inconstitucional.
Señala la Declaración Universal:
XVI.
Una sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la
separación de poderes determinada, no tiene Constitución.
Pero no, aquí no significa eso, aquí
quisimos, o mejor dicho, nos indujeron, nos obligaron, a preparar un texto
parecido a una Constitución pero con una finalidad totalmente contraria, y es
que desde el inicio de toda esta locura, de toda esta barbarie que padecemos
desde hace un poco más de 17 años, exactos hasta hoy, hay quienes pueden decir, y nos les falta
razón, que todo eso que se llamó el proceso constituyente de 1999, no fue más
que una estratagema para deshacerse de una verdadera Constitución que limitaba
el ejercicio de poder, para sustituirlo por algo no mucho distinto a una
patente de corso que permitiera a sus promotores originarios y luego a sus seguidores, a la abierta
expoliación, al botín de guerra, algo que algunos pudieran denominar el derecho
de conquista del siglo XXI.
Y es que desde el primer momento que se
llamó a tal misión de “refundar la República”, era evidente que abiertamente se
desconoció lo que en realidad es una Constitución, un instrumento de limitación
y restricción del ejercicio del poder, y jamás lo contrario, un mecanismo para la imposición irrestricta de órdenes y mandatos
de los que se han valido para la comisión de cualquier cantidad de atropellos,
tropelías y expoliaciones; ha sido, precisamente desde esa época, que se ha
dado un golpe a la institucionalidad democrática, al porvenir, al progreso, al
más elemental civismo.
La Constitución no puede ser entendida
como herramienta o instrumento de poder; ni ayer, ni mañana, ni nunca. Pensar
que el texto constitucional está para favorecer los regímenes políticos de
turno, no hace más que fomentar la existencia de tiranías y generar los más
aciagos momentos en las sociedades que la padecen. La Constitución no es un
librito que sirve para todo, bien lo debe saber aquel personaje que por asuntos
de la historia que por ser posterior a Alighieri, no se lo pudo conseguir en su
viaje al infierno, estamos hablando de José Tadeo Monagas, quien desde
conjuntamente con otros que han incurrido en el pecado de sembrar discordia en
sus pueblos, se han de encontrar en la fosa destinada a ellos en el octavo
círculo.
Retomando el famoso artículo XVI de la
Declaración. ¿De verdad tenemos Constitución?
Ilustración de la novena fosa del octavo
círculo del infierno de Alessandro Vellutello. Disponible en:
Este muy interesante me gustaría responder o dar tres repuesta; según lo que está escrito y acabo de leer primero quien dijo que el hábito hace el monje el hecho que tengamos una nueva constitución y le digo algo vamos para la sexta república y nuevo cambio de la constitución xq es la única manera que este régimen chavista se acabe y deje de vivir de un futuro que nos hicieron creer y que nunca llego retoma una nueva constitución solo es un instrumento un transporte para llegar un destino es como un carro si no lo sabes prender y mucho menos manejar no llegaras nunca al destino. segundo xq tenía que ser todo especialista en la constitución o llamados constituyente xq acaso un indígena no tenía derecho de estar hay o es que un médico un docente del pedagógico un politólogo no tenía derecho no creo la costumbre es muy importante, y tercero no podemos hablar de otras constitución y mucho menos universal si prácticamente es la primera vez en esta era nueva en este siglo que el chavismo fue necesario si para que dejamos los intereses particulares cosas que aún se mantienen y que es LAMENTABLE QUE ESTE RÉGIMEN PREPARA TODO PARA QUE CUADRARA A SU ANTOJO EN CASO DE QUE PERDIERAN EL PODER EJECUTIVO Y LEGISLATIVO LO VEMOS CON LOS PODERES SECUESTRADO Y COMPRADO EJEMPLO EL TRIBUNAL LA FISCALIA Y LOS OTROS TRES PARA NO DECIR QUE TODOS ,.
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