La Tiranía, una moneda y como todas, tiene dos caras.
El 11 de septiembre de 1973, fuerzas
militares lideradas por Augusto Pinochet mediante una acción militar dan un
golpe de estado contra la República de Chile, del que resultó el derrocamiento
del presidente Salvador Allende, quien se suicidara en misma fecha y con ello la
caída del gobierno con ideología de izquierda de la coalición electoral “Unidad
Popular”, surgiendo desde ese momento el régimen dictatorial del Augusto
Pinochet.
No resulta sencillo para quien escribe
estas líneas emitir opiniones sobre tales acontecimientos en cuanto al sustento
de la investigación necesaria y para la que desearía más que una investigación
documental, la de contar con entrevistas con personas que estuvieron presentes
en ese tiempo y en ese país.
El Chile de hoy, la actual Venezuela, nuestra
Latinoamérica, el mundo, evidentemente son muy distintos, a pesar de que apenas no se llega a medio siglo, que el contexto de aquellos tiempos de
mediados del siglo XX de la posguerra, en la que el mundo era disputado entre
una ideología liberal democrática por una parte y el comunismo por la otra.
Hay hechos que son indubitables, entre
ellos el que Chile hoy, el Chile del siglo XXI se encuentra entre los países más
prósperos de la región, y que muchos venezolanos ante la crisis social,
económica y política que se vive en la tierra de Bolívar, ven como posible
destino para emigrar de esta catástrofe, esta pesadilla colectiva que sus
promotores denominaron revolución bolivariana o socialismo del siglo XXI.
Principalmente aquellos descendientes de
chilenos radicados en Venezuela por la situación de la década de los 60 y
siguientes, son los principales emigrantes que retornan a las tierras de sus
padres y abuelos, pero no sólo ellos que tienen ya algún vínculo con ese país,
muchos otros venezolanos que han coqueteado con la idea de intentar hacerse un
mejor futuro fuera de Venezuela han dirigido su atención hacia Chile, y tal vez
como muchos años antes hiciera el propio maestro de Bolívar, Andrés Bello,
radicarse allá y jamás volver. Desde profesionales de la salud, especialistas
en sistemas y programación, hasta comerciantes, han mostrado interés en Chile, particularmente
por las garantías que ofrece en materia de libertades civiles más allá de lo
estrictamente económico, libertades y garantías que lamentablemente no ofrecen otros
países de la región, menos aún la Venezuela revolucionaria.
Mucho podemos desarrollar sobre este
interesante país y su historia, pero siendo el día de hoy 11 de septiembre de
2016, el 43 aniversario del golpe de Estado que atestara Pinochet, es en torno
a ese hecho que haremos nuestras reflexiones.
Lo primero que se somete a la crítica,
es que el golpe de Estado, no se le da a Allende; como he referido en otras disertaciones,
los golpes de Estado no se le dan a los gobernantes, claro que su deposición y
derrocamiento pueden ser consecuencia de ello, pero como he sostenido, los
golpes son contra los Estados, entonces el golpe fue contra el Estado chileno.
Impresiona observar como ese golpe de
Estado en Chile, contra Chile, ha sido utilizado por quienes apoyaban la
ideología de la llamada izquierda, al comunismo, tanto en esa época, así como
luego de extinguido –tuve la oportunidad de leer un trabajo en el que se
refería como ideologías zombis aquellas que aún se manifiestan luego de la caída
del bloque soviético, entiéndase las que aún se tratan de sostener en Cuba, Nicaragua,
Venezuela, Ecuador y Bolivia-; así como de aquellos a los que los de la
izquierda referían como extrema derecha, al defender que las gestiones de
Pinochet fueron aquellas que dieron como resultado la recuperación económica de
Chile.
Lo anterior hemos de aprovecharlo para
traer a la reflexión otro aspecto y es que ya esas discusiones, esas
distinciones entre derecha e izquierda, resultan más que superadas, es más,
incurrir en ellas es caer en el mismo juego perverso por el que fueron creadas
en el sentido de su utilización para intentar justificar la existencia de tales
ideologías y las tropelías ejecutadas en su nombre.
La denominada izquierda, para justificar
su existencia, necesitaba crear a la derecha, y para poder recrudecer esa
ideología de izquierda y sus abusos, que ya está más que demostrado que jamás
sociedad alguna con un ideario comunista ha proporcionado prosperidad o
bienestar alguno, se creó todo eso que ellos mismos refieren como ultra
derecha. Igual suerte ocurre con el liberalismo y lo que más reciente mencionan
y tildan de neoliberalismo, por lo que en consecuencia, si se admitiese tal
manipulación retórica, quienes así se pronuncian bien pueden tenerse y
denominarse neoabsolutistas, neoautocráticos o neototalitarios.
Sigamos,
Las obsesión de los denominados de
izquierda en esa época por asirse de cualquier elemento que medio coloreara un
manto de legitimidad y dignidad de sus actuaciones llegó al punto tal, que ante
la muerte de Allende, intentaron presentarlo como más que un héroe, una especie
de mártir de la izquierda, al señalar e indebidamente afirmar que fue asesinado
por los militares golpistas que tomaron el Palacio de La Moneda, cuando la
verdad fue que el propio Allende se suicidó, lo que fue negado hasta su
definitiva comprobación, según dicen con un fusil de asalto regalo de de Fidel
Castro; fallecimiento que coincide en el mismo mes de septiembre cuando otro
presidente de Chile se quitase la vida, también con un disparo pero en 1891,
José Manuel Balmaceda, pero éste, identificado con el liberalismo.
Aún hoy en día quienes propugnan ideas zombis
de corte comunista, bien porque así expresamente ellos mismos se identifican
como tales, o mediante sofismas, eufemismos y falacias como las del llamado
socialismo del siglo XXI, e incluso haciendo uso de ideas como las del “Estado
Social”, tratan de reivindicarse y revivir
sus fallecidos fundamentos ante el golpe de Estado que diese Pinochet al
frente de las fuerzas armadas chilenas.
Debemos ser enfáticos y contundentes en señalar
que no obstante lo fallido del gobierno de Allende, en modo alguno puede
legitimarse el régimen absolutista y dictatorial de Pinochet y su Junta Militar
desde 1973 a 1990, por lo que hemos de ser cuidadosos en incurrir en esa vulgar
trampa argumentativa a la que ocurren quienes bien saben utilizar los
acostumbrados a los engaños y estratagemas de esa política existencial de que si
no se está a favor de uno se está a favor del otro, ello al buen estilo Schmittiano.
Ambos regímenes en Chile, antes y después
del 11 de septiembre de 1973, son censurables y condenables, el de Allende y el
de Pinochet, en el que uno si existió fue como consecuencia de las perversiones
del anterior, no siendo más que las dos caras de una misma moneda, la de la
tiranía, sobre la cual ya tuvimos oportunidad de comentar en trabajos
anteriores.
Y es que mucha gente desconoce, y entre
ellos me incluyo directamente, la realidad social del Chile para el momento que
se da el golpe de Estado; desconocimiento en primer lugar por el evidente
distanciamiento geográfico entre Venezuela y Chile, también por el lamentable mal
del venezolano en no ser precisamente conocido por ser los ciudadanos más
asiduos al estudio y a la lectura (si difícilmente lo hace sobre hechos patrios
que quedará entonces para aquellos un poco más ajenos), y además de la evidente
dificultad, acrecentada en los últimos 17 años de importar literatura en
general, y en especial sobre temas como el presente.
No obstante lo anterior, no es preciso
ser experto en economía, ciencias políticas o sociología para imaginar la
situación de Chile bajo un sistema muy similar, en extremo parecido al implantado
en Venezuela por el llamado socialismo del siglo XXI y la revolución bolivariana,
regímenes que sólo serán conocidos por la expoliación generalizada, violación
de derechos humanos y pauperización de la calidad de vida de los ciudadanos.
Valga advertir nuevamente, jamás ello puede justificar ni defender el régimen
también dictatorial que se instauró luego de 1973, incluso a pesar de haberse
rescatado la situación económica.
La situación de pobreza, miseria y
violación del Chile de Allende y la Venezuela de hoy, así como es connatural de
los regímenes colectivistas totalitarios son tan similares que en esa época
existieron las llamadas JAP, las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios,
algo no muy distinto a los CLAP, Comités Locales de Abastecimiento y
Producción, que no son más que instrumentos de opresión de la ciudadanía.
Quiero volver a insistir que en modo
alguno puede pretenderse que la condena de un régimen conlleve la aceptación, y
menos aún la legitimidad de otros igualmente tiránicos, siquiera en el caso de recuperación
del aparato productivo, ello equivaldría al absurdo de pretender justificar que
determinado Estado volviese a la esclavitud como sistema económico si del mismo
resultase su recuperación económica.
Del examen del material que puede
obtenerse a través de internet[1], especialmente
los videos y trabajos audiovisuales en general, es muy lamentable que suelen
ser sesgados por quienes como se refiriera pretenden utilizarlos a favor de tal
o cual ideología, de derecha o izquierda, categorías que ya vimos son
manipuladas por quienes se auto identifican
como de izquierda, del zombi dogma comunista, distinción que debemos ya
superar, por lo que siendo un hecho reciente de la historia latinoamericana, es
importante promover su mayor divulgación conjuntamente con los conocimientos de
democracia y constitucionalismo en procura de aumentar el conocimiento general
de la ciudadanía, condenando tota clase de regímenes dictatoriales y evitando
nuevamente su instalación, particularmente de aquellos abiertamente despóticos
pero que mediante ardides y prácticas retóricas se disfrazan de democráticos como
lo que desde finales del siglo XX se han hecho camino en algunos Estados de la Región,
secuestrando las instituciones democráticas y republicanas, esclavizando a su
pueblo, robándole su dignidad e instaurando no más que materiales cleptocracias,
que para su desarticulación es necesaria la preparación y educación de la
sociedad civil como agente de cambio democrático y recuperación del Estado de
derecho.
Fotografía de Allende y Pinochet tomada de: https://www.facebook.com/579980895507050/photos/a.579986188839854.1073741828.579980895507050/579986118839861/?type=3&theater
[1] Desde
internet puede descargarse un extracto del libro denominado “Allende y Pinochet las verdades
olvidadas” así como se observaciones sobre el mismo que son de gran utilidad
para la comprensión de este importante hecho histórico.
Aquí direcciones de internet
recomendadas:
La propuesta comunista, porque no es otra cosa a pesar de los eufemismos, en todos los lugares y momentos es una vía descalificada y profundamente delictógena. Ni el pragmatismo pinochetiano ni la utopía maliciosa de los marxistas manipuladores de la esperanza de grandes mayorías, las cuales acatan la realidad, siempre tardíamente.
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