LAS MUJERES DE MI VIDA
... O una historia de amores
(Lo que a continuación
leerán, no son más que transcripciones de notas, pensamientos y cavilaciones surgidas en un viaje de exploración cultural, histórica y emocional durante el
mes de abril de 2017; ideas que pueden presentarse sin orden alguno, algunas
inconclusas, sin otra intención que la de recoger algunas de las reflexiones
sobre múltiples temas, propio de quien viaja sin otra compañía que la de su
conciencia y sus recuerdos.)
La idea…
Cuarenta y Cinco años
de edad, divorciado, más que caraqueño, enamorado de esa bella ciudad y de
Venezuela, aunque desde la primera vez que la vi, la conocí y me acogió, París
ha estado en mi mente, en mi corazón y mi alma; algunos kilómetros andados,
nacional e internacionalmente; abierta y expresamente egoísta, en el adecuado
sentido de la filautía y no del egocentrismo; defensor de la vida, la libertad
y la propiedad como valores superiores; estudioso del amor, pero no solo de ese
amor que se profesan las parejas, o dicen profesarse; el amor, el verdadero, el
elevado, el que no puede reducirse a simplemente una relación entre personas,
entre dos personas, ello sería vaciarlo de contenido y disminuir su
importancia vital; admirador y defensor de los besos como la práctica más
sublime en la intimidad de los amantes, ese es el que hoy escribe.
(Valga destacar que en
este mismo momento en que escribo estas líneas recibo un mensaje de un gran
amigo que a sabiendas de mi intención de plasmar mis pensamientos y pareceres.
Reza el mensaje “Para sus escritos y reflexiones, dice Marañón que “la gracia de la mujer es cualidad intermedia
entre lo físico y lo espiritual” / Buen viaje y un fuerte abrazo!”)
Me he enterado que, no
de ahora, sino que de hace un tiempo para acá, hace ya unos años, que en mi
círculo de amistades y conocidos, con gran preocupación sobre su condición
amorosa y de relaciones de parejas se expresan y manifiestan de maneras que
resultan muy contradictorias entre sí.
Por una parte, hay
quienes lamentan que a pesar de las diversas relaciones que he vivido, no he
conseguido a ESA persona que en definitiva me haga sentar cabeza y que de
manera permanente me tenga a su lado, para estas personas claro está que
consideran que vivo en una eterna desdicha, en desamor y desamparo, en tristeza
y soledad. Contrariamente a esa posición y opiniones, se encuentra la otra, que
lejos de ver tal situación como un pesar y desdicha, la consideran una gran
fortuna, señalando incluso que me asiste la gracia providencial de conocer y
haber compartido experiencias muy gratas con mujeres que son seres
excepcionales, hermosas en todos los sentidos como hembra de la especie humana,
excelentes estudiantes, buenas hijas, maravillosas madres, exitosas
profesionales, llenas de alegría, inteligentes, intrigantes, cariñosas, buenas
novias, esposas, y claro está… magníficas amantes; y es que no tengo empacho en
afirmar, no solo en cuanto al estilo particular de personas con quien quiero
relacionarme y mantener trato, en general y no solo de género femenino, Yo si
discrimino y soy prácticamente intolerante, y es que no me gusta la gente vacía y más aún no
me gustan las mujeres brutas.
No quiero y me niego a
compartir con gente que nada tenga que aportar a mi vida en cuanto a
principios, valores, conocimientos y experiencias enriquecedoras, gente así
simplemente no tiene cabida en mi ser, espacio en mi alma y cabida en mi
corazón.
¿Es una desgracia o una
fortuna? ¿Durará esto toda la vida? de mi vida, ¿debemos seguir los
convencionalismos impuestos? Aún no lo sé, no me lo he respondido en definitiva
y son esas las reflexiones que me inspiran a escribir estas líneas.
Creo que son cosas de
lo que llaman la crisis de los cuarenta, que me ha dado por reflexionar y
escribir cosas distintas al derecho y filosofía política y tal vez, solo tal
vez, durante su desarrollo de este proyecto personal, puede que alguna luz,
alguna leve idea surja para arribar a una personal conclusión, la cual pueda, o
no, compartir; en todo caso, sépase que
nada más hacer memoria de tantos momentos y experiencias para poner
medianamente en orden las ideas aquí plasmadas me ha hecho revivir una vez más todos esos especiales instantes que conforman la vida, “Instantes” como dice
ese poema que se le atribuye a Borges y que sin embargo al parecer no se conoce
a ciencia cierta su autor, poema que por asuntos también casuales, o mejor
dicho providenciales, hace pocos días fue centro de conversación entre buenos y
nuevos amigos en Madrid; en fin, este ejercicio, el de aprovechar un nuevo
viaje sin otra compañía que la de mis recuerdos y pensamientos, en antecedentes
de amores y desamores, al menos para mí, egoístamente, es una tarea que desde ya,
desde las primeras líneas lo estoy disfrutando grata y enormemente, comparable
con los reencuentros con amistades de las épocas de niñez y adolescencia, de
estudiantes, de familia, épocas de la vida, y los amores con quien se vivieron
con las excelentes mujeres que me acompañaron.
Los invito antes de
seguir leyendo, hagan el ejercicio de tratar de recordar sus grandes amores,
tanto los ideales, aquellos platónicos no materializados, o que estuvieron a
punto de hacerlo pero que no ocurrió y aquellos frustrados intentos son también de grata recordación y
vivencia, así como aquellos con que compartieron importantes momentos, los
bailes, las salidas al cine, las playas, los besos, la intimidad… sabroso
ejercicio. A la salud de los amores.
Un asunto de viajes.
Se le atribuye a Agustín de
Hipona la frase de “El mundo es un libro y quien no viaja solo lee la primera
página”, pues a esa reflexión puede agregársele aquella de si en realidad
quieres conocer a una persona viaja con ella. De veras, si en realidad existe
una actividad en la que se promueve el conocimiento efectivo entre personas es
el viajar. “Si quieres conocer a alguien viaja con ella”
Una persona puede
afirmar que conoce muy bien a otra, sean amistades longevas desde la niñez,
compañeros de larga data de trabajo o estudio que incluso comparten en eventos
familiares, primos, incluso los hermanos, ponen a prueba la convivencia al
momento de compartir un viaje.
Son muchas las
historias de amigos, padres e hijos, hermanos, incluso parejas que luego de un
viaje resultan distanciados y sus relaciones jamás vuelven a ser las mismas, y
no necesariamente en cuanto a incrementar su apego.
Asuntos sobre la
coordinación de transporte, horarios, puntualidad, actividades, hospedaje,
alimentación, gustos, higiene, gastos, incluso de dar direcciones e
instrucciones (Recordemos las discusiones antes de que existiera el GPS, que
con voz al buen estilo español nos dice a cada instante –recalculando-, pero
que abstrae de toda responsabilidad al conductor y copiloto y demás
acompañantes de aquellas estrepitosas pedidas en lugares descocidos”
Nuevamente reitero:
“Si quiere conocer a alguien, viaje con esa persona”, creo que por lo menos en
esto hasta los momentos difícilmente puede objetarse esa conclusión, ya empezaremos
con otros temas que si diferiremos.
Ahora bien,
resulta que si, en efecto viajar con alguien hace que lo conozcamos mejor y se
incrementen los lazos de confianza, de amistad y de amor. Pero muchas son las
veces que por viajar y conocer a otros nos olvidamos de la persona
que es más importante, nosotros mismos. No nos conocemos bien y así
como funciona con otras personas, viajar con nosotros mismos ayuda a
conocernos y extendernos mejor, a estrechar nuestra confianza, nuestra amistad
y amor hacia nosotros mismos.
Se de quienes jamás
han viajado solos, siquiera cortos viajes dentro de su misma región, es
así que incluso tengo conocimiento de allegados quienes consideran que es algo
totalmente fuera de lugar y una especie de desviación a quienes lo hacemos. Me
atrevo a decir y afirmar que el ser humano necesita muchas veces estar solo en
fase contemplativa, en tiempo de ensimismamiento, de evaluación, para analizar
las metas propuestas en la vida y su alcance, y que mejor manera de hacerlo
sino en la total individualidad que ofrece un viaje solo, preferiblemente a un lugar
desconocido.
Los invito a
conocerse a analizarse, a compartir un viaje con la persona más importante
de su vida, ustedes mismos, a generar mayor confianza en sí mismo, a mayor amor
a sí mismo, a que sea usted mismo su mejor compañero de viaje, a estar solo en
un lugar desconocido y experimentar plenamente la llegada allí, los colores,
los olores, los acentos, la luz, calles nuevas, otras perspectivas, hablar y
conocer gente nueva, reconocer y sentir que el mundo es más grande que
nuestro propio medio ambiente, incluso experimentar una cosas las cosas más
extrañas como lo es tener un dejá vu
en una ciudad en la que jamás habías estado y poder predecir breves
acontecimientos en esa visita, atrévanse a jugar a ser alguien más en este
mundo, sea un parisino, un madrileño, un romano, un porteño, un limeño, un
londinense o mancuriano al igual que se puede ser merideños, valenciano,
barquisimetano o pampanero, alquile una bici en París y pasee de Notre Dame
a La Bastilla a las 3 de la mañana, o
camine también en la madrugada en Buenos
Aires del Cementerio de Recoleta al Teatro Colón, o atrévase a intentar acabarse
la existencia de vino espumante en Puerto Madero, son infinitas las posibilidades;
no se arrepentirán, lo que no es infinito es el tiempo para hacerlo, por eso es
que el ya, hoy, en este momento debemos actuar. Acabo de leer en un libro que
sobre el amor leo en este viaje, “El Collar de la Paloma” escrito en el siglo
XI por el autor musulmán Ibn Hazm de adquirir y forma parte de mi reciente
experiencia de viaje: “Aprovecha la
ocasión, porque has de saber / que las ocasiones pasan más deprisa que un
relámpago. / ¿Cuántas cosas que eran hacederas dejé para más tarde, / y luego,
una vez idas, se hicieron nudos en mi garganta! / Date prisa a coger el tesoro
que hallaste; / arrebata la presa como el halcón en acecho”
¿Por qué
escribir ahora? / El lugar ideal para
reflexionar y escribir sobre el amor.
Por lo general dejo
por escrito mis reflexiones y pensamientos, principalmente aquellos que sobre
derecho y filosofía política suelen revolotear en mi cabeza, pero ante el
constante cuestionamiento y personales posiciones y conclusiones sobre otros
temas como lo son la vida, la muerte, el amor y desamor, y otros de elevación
existencia, hace tiempo que he querido hacer lo mismo con estos temas, y pues
ante una de esas fases de visitante, en la intimidad que brinda el viajar con
no otra compañía que la de mis propios pensamientos, en tiempos y lugares
foráneos, me arriesgo hoy a hacerlo.
El lugar ideal
Como
energía vital que mueve al mundo y a la humanidad, sobre el amor se puede
reflexionar en todo lugar en todo momento, así es y ha sido en toda la
historia basta recordar que mucho antes del famoso Banquete, Fedón y Fedro, muchos
otros ya habían plasmado sus pensamientos y sentimientos sobre el tema.
Si bien cualquier
lugar y momento se presta para estudiar y escribir sobre el amor, la
providencia me ha bendecido con la posibilidad de conocer dos ciudades que lo
hacen de manera especial, la primera es Atenas, en la que pude sentarme en
el areópago al atardecer con el Partenón y el Ágora como testigos de haber
finalizado la lectura como si se tratase de una tarea pendiente y sobre la cual
tendría que presentar un examen, el leer La Política de Aristóteles
(sobre esto podremos largamente conversar en otra ocasión).
La otra cuidad,
París, la ciudad luz y la ciudad del amor, no en vano así es que también se le
conoce.
Ahora bien, aunque pudiera parecer una paradoja, si quiere conocerse a sí mismo,
y también por qué es que se llama a esa urbe la luz y del amor; París es un
destino ideal para viajar solo, caminarla, leerla, analizarla, vivirla, ensimismarse en ella y todo ello sin la mínima distracción de nadie que lo
acompañe y que desvíe la atención y sensación de la ciudad que te seduce a
hacerla tuya; que como bien describe Ernest Hemingway en “París era una
Fiesta”, una vez que conoces París, jamás podrás ser el mismo, decía el novelista:
“Tú me perteneces y todo París me pertenece, y yo
pertenezco a este cuaderno y a este lápiz”, así como también “La
idea de que todos los días debían ser festivos me
pareció un descubrimiento maravilloso”, y por último aprovechando que
estamos en el mes de abril en plena primavera “Con tanto árbol en la ciudad, uno veía acercarse la primavera de un día
para otro, hasta que después de una noche de viento cálido venía una mañana en
que ya la teníamos allí”.
Si, parece extraño
pero atrévase a ser una versión parisina de usted mismo, la ciudad a sus pies,
nuevos acentos, nueva gente, colores, sabores, y luces….
También del
todo casual es que haya estudiado humanidades, la última promoción de
Humanidades del san Agustín de El Marqués; una lástima no solo que se haya suprimido esa
especialidad, por una parte por el perfil e importancia de Agustín de Hipona, no solo en el cristianismo sino para la humanidad, también
porque si algo de hace falta a Venezuela hoy en día para su recuperación son
humanistas, mucho humanismo, y deben los colegios ser fuente de su creación.
Allí vi
francés, con el peor profesor de la historia, que hoy pienso que nunca supo él ese
idioma, también latín e historia del arte; nunca en ese momento me
hubiese imaginado que 14 años después estaría viviendo en Francia, no
precisamente en París, pero una vez que conocí esa ciudad me enamoré
perdidamente, ciudad a la que llegué solo y así me recibió hace ya 17 años la
torre de hierro que la identifica, lugar en el que había acordado encontrarme
con una amiga a la que le tengo todo el agradecimiento y cariño del mundo por
haberme presentado e introducido en la ville
lumiere; que maravillosa sensación el experimentar sus colores,
la atención de su gente, su "bonjour"
con su particular pronunciación y con sonrisa incluida.
Por supuesto que es
espectacular, algo de película, indeleble en la mente, el caminar con un
gran amor por la ciudad tomado de la mano por París, sentarse en una terraza,
tomar champaña, comer crepes, caminar por los mercados y hasta poner un candado con
las iniciales de los amantes en "pont
de l´alma" y lanzar las llaves al Sena; pero si tiene oportunidad
de ir solo, aunque siempre haya deseado hacerlo con alguien, un amor,
porque eso nos han metido en la cabeza, aunque sea su primera vez, no lo piense
y hágalo, recuerde lo que nos advertía desde el siglo XI Ibn Hazm; llegado
allí, escoja cualquier lugar, parque, plaza, esquina, siéntense solo y
simplemente espere, no pasará mucho cuando la ciudad se comunicará
con usted y le mostrará por qué es la ciudad del amor, el amor no
reducido a la simple relación entre dos personas sino ese que va mas allá, el
amor dirigido a destinos más abstractos, más elevados, más sublimes, más
duraderos, por la ciudad, a la urbe en general, al conocimiento, a las luces, es
amor en su plenitud.
Todo esto viene porque otra
causalidad providencial me pone otra vez en esta ciudad de la luz de la que me
enamoré desde el primer día, pero además no solo coincidió en días de
plenilunio que ayudan a afinar esa sensibilidad necesaria para poner por
escrito todas esas ideas en la cabeza, que no con desorden, sino con
particular se encuentran y fluyen con
cada paso, cada vista, con cada amor recordado.
Un
antes y después…
Quienes hace mucho tiempo
me conocer saben y pueden dar fe de ello que mi vida tiene un antes y un
después de un gran amor de juventud o pudiera decirse un gran desamor, en
fin, mi vida no fue ni ha sido la misma luego de esa marca en el corazón. Luego
de una depresión jamás conocida hasta esa edad, el tiempo se encargó de
reencontrarnos, por supuesto que ello no ocurrió sin que hubiese algo de
obstinada insistencia de mi parte, pero claro que ya no éramos los mismos y
ella no era entonces solo ella ya tenía a quien dedicarle de manera
exclusiva y irrenunciable su atención.
Muchas otras veces, sin
expresamente proponérnoslo nos hemos cruzado, y nos hemos manifestado la
importancia que de cada uno para el otro en nuestras vidas; pero por las
distintas circunstancias y contextos en que nos encontrásemos no hemos
intentado rehacer una relación juntos; creo y siento que es porque si se llegásemos a
intentarlo y luego terminase, se pondría fin a esa icónica sensación de haber
superado un desamor de temprana juventud logrando in nivel de confianza
que rara vez las relaciones amorosas regulares pueden tener, poniendo en riesgo
el mayor cariño que puede existir entre dos personas que aprendieron mucho de
una separación como pareja de juventud rehaciéndola en una gran relación de
amistad de adultos pese que pueden pasar muchos meses incluso años sin que nos
veamos.
En adición a lo referido, es
importante señalar el contextos histórico, y personal, segundo año de la
carrera universitaria, momentos en los que todo lo que nos ocurre nos marcan de
modo muy especial, hay quienes en esa edad reprobar una materia o una ruptura
amorosa sienten que el mundo se les puede venir
encima. Antes de esa época en mi vida claro que si hubo enamoramientos, y
bastantes, en eso creo que no he cambiado mucho, soy muy enamoradizo, y no me
refiero necesariamente de las damas, de las ciudades, del país, del derecho, del
deporte que practicase y que pasa a ser parte de la vida misma, de la vida, de
amor como energía que mueve al mundo.
Antes de esa
niketica experiencia si me había enamorado, prácticamente cosas de muchachos; chicas
de clase que a uno le gustaba y que no llegó a mayores, o como el caso de
una niña puertorriqueña de 12 años (yo tenía 14 es de advertir) que vivía en
Santo Domingo R.D., y hasta nos escribíamos cartas tradicionales, de las que
había que ir a comprar las estampillas y llevarlas al correo, no la teníamos
tan fácil con whastapp y facebook; la novia de la época de estudiante de
intercambio con quien tuve esas primeras experiencias de ausencia y
separaciones por viajes, así de cómo te puede cambiar la vida en 11 meses de
estudio en el exterior, o el caso del breve enamoramiento con la chica noruega
también de intercambio en las frías noches de Minnesota.
Qué decir de cuando
se inician estudios en mi querida Universidad Católica Andrés Bello, esos
primeros avistamientos y cortejos universitarios, pero no fue sino
luego de esa presentación inicial en un centro comercial caraqueño y
luego de un encuentro fortuito en un pasillo -estaba yo en el
segundo año de la carrera -, un tímido beso en un ascensor y una declaración
de amor en plena autopista vía oriente para que iniciara una experiencia y
marca en el corazón que me cambiaría para siempre y de la que estaré agradecido
por el crecimiento que aportó en mi vida.
El estudio del amor. La
inteligencia del amor.
Se imaginarán la gran
cantidad de discusiones que he sostenido con un bastantes personas que
simplemente no entienden que es dedicarse a estudiar el amor, incluso llegando
a afirmar que el amor simplemente se siente y ya, que no es necesario
analizarlo ya que se racionalizaría algo tan humanamente propio que debe
dejarse a la sensibilidad y experiencia, pues por el contrario creo, y esas
discusiones me lo confirman, que si, si se debe estudiar el amor ante su gran
importancia, hay que comprar libros, desarrollar cursos, hacer conversatorios;
no hago referencia a literatura de novelas amorosas, tampoco de esa
proliferación de obras que las catalogo del genero de “autoayuda” que
particularmente se venden en las librerías de aeropuertos como las de Cala,
Bucay, Fraga, Rizzo o Coelho, o las de PNL, y otros asuntos relacionados, dígame
la nueva moda del “coaching motivacional” que todavía sigo sin entender qué. Con
el respeto que merecen sus autores y el grado de preparación según sea el caso
de cada uno de ellos, a pesar de que personas puedan considerar tales como
“cursilerías” o “charlatanerías”, mientras que para otros son las ideas y
conceptos más preclaros que hayan podido recibir y en virtud de los cuales han
progresado en sus vidas, que también hay quienes pueden consideraros puras
obviedades a las que cualquier mortal por cuenta propia; la verdad es que tal
proliferación de lecturas, con ese lenguaje sencillo y fácil de entender,
invita como vemos que ocurre a que la gente lea, a pesar de los países que no
tenemos cultura ni habito para ello, busque respuestas a sus pensamientos y
reflexiones, a sus interrogantes existenciales, lo que debemos entender que es
latente esa necesidad de estudiar el amor, que reiteramos no se agota con el de
la relación de parejas, es más, si bien es muy importante, no es el que más,
por lo que esta clase de obras son una invitación a que mas allá de quedarse en
su lectura, su destinatario luego procure otras con mayor profundidad y
transcendencia.
En la historia de la
humanidad siempre ha habido quienes han escrito sobre el amor, desde, hacia y
en el amor, desde el amor a la patria, a los hijos, a la pareja, a la humanidad
a los amigos, a todo tipo de amor, el frugal, el apasionado, el concupiscente,
el imposible; en prosa, en verso, que halagador y reconfortante es que le
dediquen palabras de amor mediante un poema, una canción o notas de voz; así
como por todos los medios, lienzos, tablas, libros, cuadernos, post-its,
grafitis en las paredes, y hoy en día en Facebook, Twitter, Instagram o
cualquier medio, el amor ha generado infinitas manifestaciones y obras de amor.
El tratar de recopilar
todas las obras para su estudio es una tarea más que imposible, totalmente
estéril, ya que solo recopilarla y luego leerla, nos quitaría el tiempo
esencial para amar, aunque ya esa ardua tarea sea per se un acto de amor; no
obstante lo anterior, hay obras que todo estudioso del amor ha de someter a su
examen y reflexión, lecturas que si bien carecen de la sencillez de aquellos de
“autoayuda”, una debida concentración y dedicación las hacen comprensibles.
No puede faltarle al
estudioso del amor entre otras, las obras de Platón, especialmente El Banquete,
Fedón y Fedro; de Aristóteles, todas son importante, Ética Nicomaquea es
imprescindible, de Cicerón, Sobre la Amistad y Sobre la Vejez, de San Agustín,
Confesiones, y muchos otros que ahora en este momento, ante otras cosas que
pasan por mi mente y otros trabajos que he de entregar no he podido buscar bien
en el archivo de los recuerdos, pero no puedo dejar de referir a “Estudios
sobre el Amor” de José Ortega y Gasset, quien hiciera el prologo a una reciente
edición de “El Collar de la Paloma” de Ibn Hazm que notas antes señalásemos, y
como no, los clásicos de los maestros del amor Giacomo Casanova en “La Historia
de mi vida” y Ovidio con su ultra famoso manual de conquista escrito que cuenta
con más de 2000 años y cuyo contenido tiene muchas veces más vigencia que nunca
antes “Ars amatoria”… El Arte de
Amar, en el que además se solicitarle a su seguidores que le dedicasen sus
conquistas logradas y advertía cuando se le señalaba de aquellos que con riquezas tenían más probabilidades de éxito de
hacerse con el premio del amor “Soy el poeta
de los pobres
porque como pobre amé”
El amor inteligente o la inteligencia del amor
Tiende a señalarse y
hasta a afirmarse vehementemente, y hasta tozudamente, que el corazón, el amor,
no escucha razones, y que es no solamente imposible, sino indebido mezclar la
razón con ese sentimiento, pues no es nada nuevo este choque existencial entre
amor y razón, entre Apolo y Dionisio, los dioses que desde antes de la
existencia de la humanidad se disputaba cada uno de ellos como proceder,
representando en Apolo la razón y en
Dionisio las emociones.
El hombre, el ser
humano, la humanidad, a imagen y semejanza de los dioses, en este caso de Apolo
y de Dionisio, ambos hijos de Zeus, llevamos en nuestro ser características, y
más aún, virtudes de ambos, tenemos, unos más que otros, un tanto de lo apolíneo
y de lo dionisíaco, algo que a
Nietzsche y a muchos otros atrajo y quedan allí sus obras, que decir de Freud.
El hecho es que no
somos sólo razón, y no solo emoción, por lo que no puede pretenderse excluir a
la razón, a la inteligencia en las cuestiones del amor, y en este caso, de la
inteligencia emocional, clase de inteligencia y de relación que puedo decir que
muy bien conozco y de muy cerca. Tuve la fortuna de conocer y convivir con la
muestra y mayor expresión de inteligencia emocional que pueda existir,
inolvidables momentos, que como ya hemos reflexionado formaban maravilloso
contexto que no es el de hoy, agradeciendo siempre a los dioses las
experiencias vividas, el aprendizaje y la elevación espiritual alcanzados, deseando
la mejor de las fortunas.
En el tema de la razón
y las emociones, la cabeza y el corazón, quien quiera adentrarse en el estudio
del amor, no puede dejar de leer una obra magistral de un gran personaje de la
historia, gran pensador y político, la humanidad no hubiese sido la misma sin
su paso por el universo, todos hemos de alguna manera conocido su obra, sin
embargo jamás nos hubiésemos imaginado que también sobre el amor escribió,
específicamente entre esa estrecha, humana y compleja relación entre la cabeza
y el corazón, lo cual hace el 12 de octubre de 1786, precisamente estando aquí,
en la ciudad del amor y de las luces, en París, se trata de Thomas Jefferson,
quien luego de la partida de una dama a la que se le atribuye haberle robado su
corazón, y según entendemos también algo de su razón; la dama, que estaba
casada, respondía al nombre de Marìa Cosswell, señalaba el amante Jefferson en
su carta:
“Estando yo sentado junto al
fuego, solitario y triste, el siguiente diálogo se llevó a cabo entre mi cabeza
y mi corazón:
Cabeza.
Bueno, amigo, pareces estar en un buen aprieto.
Corazón.
Soy sin duda el más miserable de todos los seres terrenales. Abrumado por el
dolor, con cada fibra de mi cuerpo distendida más allá de sus poderes naturales
que pueda soportar, yo estaría dispuesto a sufrir cualquier catástrofe sin
dejarme nada que sentir ni temer.” (…)
No solo Jefferson, todos los grandes hombre
y mujeres de la humanidad han sucumbido ante el amor, imposible es pensar que
no, somos humanos, llevamos como descendientes de Apolo y Dionisio, razón y
emoción, ello aunque cada quien lo perciba y exprese de la manera que quiera,
recordemos que el amor no se agota con la exclusiva relación entre dos simples
humanos mortales.
Pudiéramos pasar horas, meses, años
platicando y discutiendo sobre el amor de los grandes personajes de la
historia, de aquellos héroes que nos pintan desde niños en las escuelas, de
Bolívar, los de Miranda, que decir de Napoleón, solo para referirnos a la época
decimonónica del amor ya que iniciamos la reflexión con Jefferson, pero quiero
concluir esta sección simplemente con una referencia a la relación amorosa de
otro importante personaje de finales del siglo XVIII y principios del XIX como
lo fue el almirante Horacio Nelson, quien además de las graves heridas de guerra y fortaleza de
espíritu por ellas generada, no pudo dejar de sucumbir ante el amor y la pasión
de una muy hermosa dama, que aunque también casada, mantuvo una estrecha
relación de la que resultase una hija, siendo tan imposible para las
integrantes del circulo amoroso el dejar de compartir que hasta convivieron
juntos, la dama Emma Hamilton, esposa de William Hamilton.
Las artes amatorias. Los
abrazos y los besos como su más genuina expresión.
Volvamos a las ideas del
maestro Ovidio, sobre el título de su obra, Las Artes Amatorias, en efecto amar
es un arte, y como todo arte, puede ser ejecutado de diferentes maneras, las
más variadas técnicas; hay para quienes algunas artes les puede resultar más
natural y habrá otros que no.
No todas las pinturas
le gustan a todo el mundo, al igual que ocurre con otras artes como música, la
danza, la escultura o la arquitectura o cualquier otra, no muy distinto tiene
que ser el arte del amor, el de los amantes.
No hablamos aquí del
“performance” del acto amatorio, aunque sobre eso mucho podríamos discutir en
otro trabajo, por lo que literatura antigua clásica hindú sobre el amor y el
sexo, el Kamasutra, pero debemos afirmar que también es un interesante libro
para la biblioteca especializada, más de esta obra tomemos como referencia el
capitulo 2 que desarrolla ampliamente el tema de os besos y de los abrazos,
prácticas estas que son esenciales en el amor, no solo del amor intimo que
lleva a la copula, sino que son la manifestación física de toda clase de amor,
ya que hay amor y abrazos de hermanos, de padres, de amigos, e incluso de
personas totalmente extrañas y no por eso no deja de existir la posibilidad de
existir amor entre ellas, el amor que es necesario en nuestra sociedad.
Me declaro abiertamente defensor de la práctica más íntima de
los amantes, el beso, y a la vez manifiesto mi gran preocupación ante el
riesgo de su extinción en muchos de los foros del amor.
Claro que la
intimidad y la cercanía de los amantes los llevan a fundirse en un solo
cuerpo de amor, pero es el beso el mayor instituto del amor y a veces no se le
presta la debida atención que merece.
Con un primer beso,
por pequeño se sea, con toda su carga emotiva, si es proferido con el
"voltaje" y "amperaje" adecuado puede generar la chispa que
inicie una llama de pasión y entrega que dure toda una vida, incluso más de una
vida, eso para los que creemos en la transcendencia y reencarnación en el amor.
Con un simple beso,
incluso con un abrazo se puede saber si se es amante, cómplice, compañeros de
vida, hasta si hay traición, Judas lo sabía y Jesús lo percibió
De todos los actos
y prácticas de los amantes se puede fingir, se puede hacer creer muchas cosas,
con los besos, con los verdaderos besos no, por ello que por sobre
todas las cosas, deben ser sinceros y para así demostrar de mejor manera el
amor que trasmiten, sean estos desde aquellos amicales de salutación, hasta
aquellos inolvidables que marcan vidas, épocas, culturas y hasta
sociedades.
El poder de un beso
es tal, que no solo pueden resultar irresistible a los humanos, también hasta
los dioses y semidioses, ya que hasta el propio Apolo, el mayor exponente de las
luces y la racionalidad sufrió ante la negativa de Dafne de caer en sus brazos dejándose
besar y amar por el dios. Hay besos que incluso han sido objeto de veneración e
inspiración de grandes artistas, baste recordar el famoso beso de Francesca y
Paolo recogido por Rodin en una de su más famosas esculturas con ese mismo nombre,
o como es el otro caso de la ilustrísima pintura de Gustav Klimt también
llamada igual.
No es un asunto de cantidad
sino una cuestión de contexto.
Claro que a medida que
me interno en mis recuerdos vienen a mi mente y a mi corazón las imágenes y
sentimientos de aquellos importantes pasados momentos en mi vida, momentos que
no solo a mí, sino a todos, no seríamos quienes hoy en día somos, para bien o
para mal. Nuevamente he de agradecer a la providencia haberme puesto en el
camino, en el viaje por la vida, los mejores compañeros y amigos del
mundo, en especial haber tenido la oportunidad de compartir e intimar en las
distintas etapas de mi vida con damas que, además de ser hermosas,
inteligentes, tienen los más nobles y sinceros sentimientos de amor, y que a
pesar de que la vida por cualquiera haya sido las circunstancias nos ha
trazado caminos diferentes, a diferencia de como he podido ver de
relaciones de otras personas y amigos que refieren y reniegan
sobre pasadas incómodas relaciones, yo no guardo en mi corazón y mi cabeza más
que lo mejor de los recuerdos y mis mejores deseos, hacer lo contrario, incluso
el ser indiferente con quien se haya compartido momentos esenciales sería negarse
a sí mismo e incurrir en una contradicción existencial.
¿Cuántas han sido mis
experiencias? Muchas o pocas, todo depende del contexto que se le quiera
dar, y en ocasiones el error consiste en ubicarse, voluntaria o
involuntariamente, mal o bienintencionadamente en contextos que no son los
adecuados.
No crean que no he
estado tentado, muy tentado, en relatar con la suficiente especificidad algunos
interesantes episodios de mi vida en estos contextos y foros, incluso
identificando a sus protagonistas y participantes, tal vez aguas abajo en
estas líneas lo haga, tal vez no.
Pudiera también
ocurrir que me lo reserve para otra escritura privada y que sea publicada posteriormente,
o tal vez ya esas anécdotas están redactadas a modo como ya lo hiciera el gran personaje
de la historia, el filósofo y pensador del amor, jurisconsulto e importante
actor en la obra de los amores Giacomo Casanova.
Más, podría
verificarse totalmente lo contrario, es decir, que apelando al principio
universal, aunque no muchas veces practicado por muchos, de que "Los
caballeros no tienen memoria", queden tales episodios y
actores en la estricta privada y reservada intimidad de mi memoria y mi
corazón, en todo caso, como expresara al inicio, puedo alegremente afirmar que
el solo ejercicio de recordar con todo el cariño del mundo, pasados amores, así
como los no tanto, ha sido muy agradable, además de lo emocional y
espiritualmente enriquecedor de revivir esos momentos de mi vida, desde mi
mocedad en los enamoramientos pueriles hasta la vigente etapa de mi vida recién
cumplidos 9 lustros y escribiendo estas líneas durante profundos momentos de ensimismamiento
que solo se logran con la sola compañía de los recuerdos.
No se trata de que
sean muchas o pocas, así como quien lleva las estadísticas de una competencia
en la que resulta hasta ahora indiscutiblemente victorioso Umberto Billa, quien
pareciera más bien poseído del espíritu de Casanova, al parecer el foro
veneciano como que algo tiene que ver, en fin, el asunto es que no es del todo
caballeroso el reducirlo todo a vacías cifras, aunque provoca hacer el ejercicio,
pero nuevamente el principio principesco ha de imponerse, además, de que la
finalidad última de todo caballero es y ha de ser en todo momentos el de
complacer a la dama, bien en lo que ella expresamente desee o en caso de no
estar totalmente clara y definida, sea también misión del caballero la de
suministrar dichas luces, aquí en que bien cabe la perfecta aplicación del
principio “in dubio pro amatoris” al
que deben acogerse todos los amantes, o aquellos que pronto lo serán.
Cierro los ojos y multicolor,
además de atemporales, como ocurre con los sueños, son mis recuerdos de mis
vivencias formando así como una gran película en las que todos los lugares son
uno solo, y todos los años, meses, días, horas y segundos, son solo un
parpadear; en un mismo segundo, un pestañear y revivo el libar el néctar
imperial directamente de los firmes y suaves labios de la amada; el caminar
calles interminables tomados de la mano, sean el conversar temas elevados, de
poseía, historia, idiomas, viajes, filosofía, y hasta derecho y política; que
gratificante es el compartir con personas con luces; el fundirse en un fuerte
abrazo que inicie en Caracas y al abrir los ojos estar en Liverpool, pasando tanto
por Barquisimeto y Barcelona, como los Campos Elíseos, la Gran Vía, en la cima
del Ávila o en Choroní, o simplemente lugares imaginarios, esa extraña pero
deliciosa sensación como la de manejar una moto por una isla del Caribe las
primeras horas del primer día de un nuevo año, el pasar toda una noche
bailando; verse a los ojos y fundirse con la persona de la amada, entrando a
través de sus ojos en su mente y su alma; la misión encontrar un perfume único
a través de calles que una vez sirvieran a la resistencia a la tiranía; la
creación de una neolengua que únicamente emplean y usan los amantes inventado
sus propias palabras y que solo ellos son capaces de entender, interpretar y
traducir; el incondicional apoyo durante el compromiso matrimonial mientras se
atendía el tratamiento del cáncer de mi padre; y el también absoluto apoyo en
momentos que flaqueaban las fuerzas para
de seguir estudiando la carrera y con el mayor cariño del mundo me invitaban a
estudiar suministrándome el material de estudio y hasta nos tomábamos el
necesario café que nos mantendría despierto esas largas madrugadas de eternal
lectura discusión –aunque fuese yo el
que siempre caía dormido pero me las arreglaba para soñar con los temas y así
aprenderlos-; en todo eso, y un poquito más, se recuerda, se piensa se siente;
en un solo segundo, un mismo momento, en una solo instante, pero que dura toda
una vida.
Momentos y
sentimientos que no puede pretenderse sean encerrados y limitados a ser expuestos
fríamente en un escrito; ello sería vaciarlos de la importancia y
transcendencia en sus momentos y sus contextos. Claramente que no podrán ser los
mismos contextos de los amores pasados, sean estos de la temprana edad estudiantil
o mucho más recientes, y que azares del destino se presentan nuevamente con
mayor intensidad, pasión y entrega, aunque temporalmente; que aquellos casos de
atracciones secretas en las que jamás expresamos tal gusto y atracción, y no es
hasta que nuevamente el destino nos pone frente a frente, sea en una oficina
pública, en la universidad, o en una equina cruzando la calle, que dejamos esa
reservada actitud e invitamos a salir a esa persona que siempre nos atrajo, tal
vez primero un café, a un evento académico -que para muchos puede ser bastante
aburrido-, un almuerzo, un vino, unas cervezas, y así hasta pasar a encuentros más
privados, más propios, más íntimos.
De musas y ninfas
desconocidas y amores secretos.-
Así como existen
monumentos y homenajes a los soldados desconocidos, de igual manera ha de
reconocerse y honrarse a los amores y musas desconocidas, y cuando se hace tal
referencia, no se está hablando a aquellos amores, y sus encuentros, en los que
se desconoce su identidad, lo que puede ocurrir por la fugacidad de la relación
o cualquier otro motivo, aunque también pudiera aplicar un poco algunas
reflexiones.
Al hablar de las musas
desconocidas, nos referimos a aquellos amores que mantenemos en total discreción,
para nosotros mismos, en absoluto silencio, así como el colegial que se sienta
todo el año escolar al lado de la chica que le roba el alma y jamás de dirige
palabra alguna, o el alumno que está perdidamente enamorado de la profesora; el
médico de su enfermera, la paciente de su médico, compañeros de deporte, de
trabajo, el vendedor y oficinista de su cliente, y hasta del juez con la
persona del enjuiciado, y así todos aquellos que llevan todos los días
estoicamente a cuestas ese peso de verse atraído de la otra persona a quien no
se atreve, o no debe, manifestarle sus deseos y emociones, a declararle su
amor, ya por temor, ya por otras validas razones como la de la imprudencia en
el ambiente académico o laboral, de debida distancia y recato, o la razón mayor
de abstención de cualquier manifestación de atracción y amor, sencillamente que
se trate de una persona ajena.
Evidentemente que
en estos casos, esas musas y ninfas desconocidas nos hacen ser mejores
versiones de nosotros mismos cada día y nos hacen avanzar a estadios más
elevados de nuestra existencia, todo ello a pesar de las restricciones,
limitaciones o prohibiciones, nos invita a asistir a clases, ir al trabajo, a
estudiar, a arreglarse, a tener una mejor actitud todos los días a pesar de la
incomodidad de sentir frente al ser admirado y amado en silencio las brasas
internas que nos queman y ese nudo gordiano en nuestra garganta que nos impide
manifestar nuestros sentimientos.
No se puede
recomendar en modo alguno si se debe o no manifestar o no a las musas y ninfas el
amor represado, no existe fórmula mágica para saberlo, menos aún si se trata de
una ninfa ajena; pero en todo caso, será cada situación la que dará indicios o
no para ello dependiendo de las particulares señales de cada musa, según sean
ninfas de agua o de tierra, ya que dada una de ellas tiene su forma especial de
encantar.
En cuanto a los
amores secretos, ello son tan secretos que siquiera deben ser comentados con
persona alguna fuera de aquellos cómplices directos, sobre esto es de recordar
que un caballero además de carecer de memoria, especialmente en estas aguas si
es que las nada, deberá atender a la protección y dignidad de la dama que lo ha
invitado a su más secreta intimidad, por lo que es un deber sagrado para el
caballero evitar en todo momento y bajo ninguna circunstancia que la dama pueda
resultar mal puesta y afectada en tal condición, incluso habiendo podido
incurrir ella en verdadera ignominia, jamás será el caballero juez público de
ello, siendo cualquier opinión o creencia para su estricta intimidad.
Entre despedidas y
retiradas.-
Son verdaderas
muestras y fases del amor, y en consecuencia así han de saberlo los
amantes, es que no siempre es sano para
el amor como fuerza y valor humano esencial, que quienes se amen se encuentren
siempre en permanente, eterno y exclusivo contacto.
Sin que
necesariamente signifique que el amor se acaba, ya que aceptarlo así tan
alegremente sería restarle valor y vaciarlo de su contenido esencial, podemos
afirmar que muchas veces quienes de verdad se aman han de separarse y entender
que la mejor muestra de ese amor y mejores deseos sean el de permitir que el
amado atienda a su propia esencial, a su naturaleza y que ascienda a otros
estadios, aspectos que a veces, no necesariamente de manera consciente o
malintencionada se ve limitado por la incompatibilidad del otro amante.
Así como ocurre
entre padres e hijos y llega un momento que los primeros deben dejar a los
otros salir del hogar para lograr sus propias metas, estudiar, crecer
aventurarse solos en el mundo, incluso en casos extremos como los de familias
que viven en países con altos índices de criminalidad y sometidos por regímenes
tiránicos, que por cierto siempre lo negarán, en que los padres ven partir a
sus hijos a otras latitudes en las que puedan ser verdaderamente libres y
desarrollar su vidas, tal separación si bien es muy dolorosa, en modo alguno
puede considerarse que es un acto de desamor, por el contrario, entender la
naturaleza del otro, su esencia, sus fines existenciales en este mundo y
dejarlo ir para que ello se haga realidad, es una muestra de verdadero y puro
amor.
Hoy en día cuantas
familias no se encuentran separadas debido prácticas despóticas en nuestros
países y que pese a la distancia permanece más vigente que nunca ese gran
sentimiento que es el amor, no solo entre sí, entre los miembros de las
familias, sino ese amor general al país secuestrado, aquel al que a pesar de la
distancia y el tiempo nos duele como cada día más, ese amor que se ve herido
cada vez que el país es maltratado y ultrajado por sus captores. Cuantas
muestras y grado de amor hay en Santiago de Chile, en Loulé, en Bogotá, Miami,
Manchester, Londres, Lanzarote, Madrid, Medellín, Buenos Aires, Nueva York,
Toronto, Edmonton, Calgary, Barcelona, París, Panamá, San José, Atlanta,
ciertamente que la venezolanidad y el amor venezolano no termina, no se agota
en el espacio geográfico de un país, el amor no puede encerrarse, es demasiado
grande, siquiera es concebible que quepa en algo más de 900 mil kilómetros
cuadrados, Venezuela, la verdadera Venezuela no cabe allí, se desbordó por todo
el planeta; pero en fin… me estoy desviando.
Salvando las
evidentes diferencias de contextos, en el amor de pareja, las relaciones de
parejas, en muchísimas ocasiones nos hemos dejado convencer por la idea de que
ha de lucharse, a veces estoica, sacrificada y heroicamente por objetivos y
proyectos comunes, como fuese posible definir y establecer metas comunes de dos
personas totalmente distintas, con antecedentes diferentes, valores familiares
y morales particulares, si una misma persona a lo largo de su vida tiene
diversas maneras de percibir determinadas situaciones, que podría resultar de
aquellos que son completos extraños hasta que esa fuerza esencial que es el
amor lo une. Ahora bien, ¿Qué ocurre cuando a pesar se sentarse y proferirse
amor, entre los protagonistas se sabe
que tiene intereses, gustos, apreciaciones sobre la vida o deseos que son distintos? Sean
tales diferencias preexistentes y no declaradas o sobrevenidas, conscientes o
inconscientes, ¿Deberán los amantes pese al amor que se tienen y profesan
separarse si el estar juntos de alguna manera afecta el desarrollo personal de
uno o de los dos? ¿Deben los amantes soportarse resignada y estoicamente a
sabiendas que permanecer juntos merma las posibilidades de lograr sus metas
personales? ¿No será eso un acto de egocentrismo que es contrario a la idea de
amor? ¿Una verdadera muestra de amor no
debería ser la de dejar libre al otro o uno salir de la relación con tal fin?
Como comprenderán
nada sencillo es el tema, y cualquier decisión sobre ello que tomen los
protagonistas del amor dependerá de las particulares condiciones de cada una de
las relaciones: Lo que sí creo es importante tomar en cuenta aquí es que si algo
NO es el amor, es privación, penas y pesares, preocupaciones, apegos patógenos
o martirio, por el contrario, amor es y ha de ser siempre libertad, creación,
elevación, por lo que quienes se encuentran unidos en base al amor, deberán
hacerlo y permanecer así por voluntaria convicción de conveniencia, ésta en el
sentido de estar en pleno conocimiento de las ventajas que les reporta a cada
uno, individualmente, el es estar con el otro, y no con alguien distintos,
incluso solo, así como de entender que al otro le es igualmente provechoso, y
que de no sentir esa libertad propia del amor y de ella estar juntos, o de
creer que es más adecuado el continuar el camino de la vida con alguien más, o
de ser el caso de manera individual, evaluar la conveniencia de, y las manera
para, bien sea apartarse de la relación o simplemente dejar ir.
Ojala fuese tan fácil
como parece y que de manera fluida puede exponerse en par de párrafos, o como
los autores de esas obras que señalase del genero de “autoayuda” felizmente
venden libros y libros, pero como se advirtió, no es nada fácil en tema, y no
mejora en lo absoluto cuando existe entre los protagonistas del amor un
patrimonio común, descendencia y obligaciones conjuntas, además de aspectos
como la costumbre, la repetición y el aburrimiento, pero para no invadir las
parcelas de esa literatura especializada, baste con señalarse que uno viene a
este viaje que se llama vida siquiera
con el derecho, más bien con la obligación de ser feliz, dejando y colaborando
con aquellos a quienes se ama a hacer lo mismo, procurando por todos los medios
posibles permanecer juntos al amado y superando conjuntamente las dificultades
coyunturales que puedan presentarse, más si ello no es posible, la mejor
muestra de amor es simplemente apartarse o dejar ir, lo antes posible, la vida
pasa y no espera, y uno no puede retrasar el cumplimiento de nuestra obligación
de ser libres y felices, así como de ayudar a quienes amamos a hacerlo.
En múltiples
ocasiones he tenido que marcharme, mientras que en otras he tenido que dejar
ir, en todas he tenido la convención, tal vez no de manera inmediata, que ha
sido siempre lo mejor, y ello lo confirmo cuando se que con quien en
determinado momento es transité caminos de suma importancia, hoy se encuentran
en estadios de permanente felicidad y prosperidad; quiero pensar y creer que en
algo colaboré, como tengo la plena convicción que así ocurrió en la formación
que hoy soy.
A mi verdadero
amor, al que siempre he de volver y no me importa compartir.-
Ya finalizando, no
solo estas líneas que pueden resultar tal vez un poco alocadas y desordenadas,
pero también concluyendo el viaje que hiciese con no otra intimidad y compañía
que la de mis pensamientos y reflexiones, y que solo pocas de ellas están aquí
expuestas y quería compartir abiertamente, embarga mi corazón una profunda
intranquilidad que me ha acompañado desde hace muchos años pero que
particularmente estos días se ha acentuado y es el destino de uno de mis
primeros y verdaderos amores, mi país, Venezuela, que hace tiempo que no la
veo, pregunto por ella y nadie sabe dónde está, hace uno poco más de 17 la
secuestraron, me la quitaron, nos la robaron, eso que está allí, ese espacio al
norte del sur de un poco mas de novecientos mil kilómetros cuadrados no es
Venezuela, siquiera se llama igual, tampoco puede eso llamarse un país.
Venezuela fue y es
mi primer amor, el que a pesar de los años no solo subsiste en mi corazón sino
que ha incrementado. Hace años que quiero volver y no la consigo, vuelvo al
lugar donde estaba y pesar que algunos edificios y calles se parecen, su
cutricidad y deteriores delatan que no es la misma, busco a su gente, mi gente,
mi identidad, y entre otros igualmente perdidos como yo consigo más que
pedigüeños, a zombis escarbando en la basura para conseguir algo de comer;
trato de buscar algunas señales de respeto y decoro de nuestras instituciones y
valores republicanos que en otra épocas nos identificaba, y o queda ya nada de
ello, unos monstruos se lo robaron.
En pocas horas
tomaré un vuelo para encontrar a mi amor, a mi primer y verdadero amor, y me
hago la ilusión de que allí estará esperándome, y me duele el alma saber que al
llegar ese no es mi amor, esa no es Venezuela, mi Venezuela, es otra cosa.
Hay que luchar por
el amor, por lo que se ama, como refiriese antes, incluso separarse y dejar ir,
muchas veces son muestras de verdadero amor. Venezuela nos ama y nosotros a
ella, la que está secuestrada y no esa impostura que siquiera se llama igual y
pretende hacerse pasar por la autentica, la de hombres libres, la próspera. A
muchos de sus hijos en diferentes tiempos nos ha dejado ir, algunos permanecen
fuera, otros estamos de manera permanente en el territorio en que estaba y solo
por motivos específicos es que hemos salido, pero unos y otros, sin excepción,
somos víctimas de los secuestradores, y nuestra obligación es, cada uno en su
propia trinchera luchar por su liberación.
No me queda más
que disculparte por haber abusado de su tiempo en someterlos a esta extensa
lectura que como señalar más bien parece un sueño, una experiencia surrealista,
en la que se pasa de manera desordenada de una a otra idea, reflexión,
sensación, así soy yo, el lugar y lo que he bautizado en este viaje como “el
alicoramento ilustrado” ayudaron a ello.
Por último, aunque
haya identificación expresa, gracias a las mujeres de mi vida, en particular a
ti Venezuela, donde estés has de saber que no te abandonaremos y te rescataremos,
aguanta un poco más.
París,
22 de abril de 2017
Fotografías: igualmente
de manera surrealista cual un sueño, sin orden establecido.
Ejemplar de los libros
de poesía de Pierre de Ronsard. En tienda de libros raros en el Mercado de antigüedades
de París St. Ouen.
Forografía de Ernest Hemingway.
Fotografia de Gregorio Marañon.
Fotografia de Jefferson.
Fotografía de Hamilton, Emma y Nelson.
Tienda de libros raros
en el Mercado de antigüedades de París St. Ouen.
Fotografía de reproducción
de la pintura de Gustav Klimt “El Beso”.
Vitrina de librarìa
Madrid en la que se invita a leer y enamorarse.
Plenilunio en Madrid.
Templo de Debod.
Plenilunio en Madrid.
Cibeles.
Mesas y sillas de corcho
que invitan a un buen vino.
Leyendo El Collar de
la Paloma en Londres “Tube”.
Prosecco en Londres.
Escultura Ninfa dándose
un baño. Liverpool.
Escultura Amor Secreto-
Liverpool.
Detalle pintura Muerte
de Nelson. Liverpool.
El Beso. Rodin. Ejemplar
en bronce en el Jardín de las Tullerias.
El Beso. Rodin. Ejemplar
en bronce en el Jardín de las Tullerias. Hasta que los conseguí, a Francesca y Paolo.
Fotografías de obra
de Van Gogh. De un apartamento.
Fotos del apartamento
en París que invita a escribir.
Composición de fotografías
de L´Artisan Perfumeur.
[1] Aquí no escribe el abogado, el
especialista en tal o cual materia jurídica, filosofía del derecho o filosofía
política, es el Roberto Hung enamorado y observador de la vida, del mundo, del
amor, de las amistades y de las mujeres, la hembra del la especie humana como
la más graciosa y hermosa creación de la providencia. rhungc@gmail.com
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