Sobre la muerte, el honor y la virtud. In memoriam Bruno Cavalieri Misle


Aciagos momentos atraviesa la humanidad, un manto de muerte la abraza desde hace ya largos meses; dudo que no haya ninguno de nosotros que no haya sido tocado en mayor o menor cercanía, la experiencia de la partida de algún conocido o familiar, y es que la historia de la humanidad es esta, la de hacerle frente a ese hecho que desde que tenemos consciencia vamos a tener que enfrentar como lo es la muerte, y a pesar de que podamos pensar, creer, sentir, inventar cualquier destino más allá de nuestra existencia material, y así sea que estemos  convencidos de que hay un cielo que nos espera con todos nuestros seres queridos que partieron antes, que reencarnaremos en otros seres, o cualquier otra creencia que abracemos.


Incluso en aquellos que prefieran pensar que luego de esta vida no hay más que la nada, la realidad no es otra que ya ese ser no está en este plano corpóreo al que nos acostumbramos a compartir, a interactuar, lo que se identifica con lo que uno de los más importantes pensadores del siglo XX afirmaba, somos en el tiempo, y sobre lo que luego ahondó: somos en ese tiempo mientras tengamos un propósito.

Ante el hecho inexorable de la muerte de alguien conocido y más aún si es alguien cercano como un familiar, es indudable que nuestras reflexiones se dirijan principalmente hacia quien acaba de fallecer, preguntándonos y respondiéndonos, cientos, miles, de asuntos, convenciéndonos o confirmando que nuestro ser querido está en un plano superior en el que no existe dolencia alguna, pensamiento que nos hace más llevadera la situación en aquellos casos de complejas enfermedades y duros tratamientos.

Luego de esas reflexiones iniciales respecto del que parte y la aflicción particular según nuestro trato, vienen otras no ya para con quien fallece pero no por ello menos difícil, enfrentarnos a nuestra propia posición, condición y creencia frente a la muerte, de como enfrentarla cuando inminente la veamos llegar, o como nos imaginamos que sea y cual será nuestro destino, escena que en el actual momento que atraviesa la humanidad, condiciones especiales de edad, de salud y de otra índole cobran importancia.

Muy importante son los aspectos espirituales, religiosos y creencias que tengamos frente a la muerte y el destino de nuestra alma, pero no será sobre estos a los que deseo dirigir mi atención y reflexiones, quiero más bien hacerlo sobre lo que aquí en este mundo dejamos. 

En los últimos años, no necesariamente estos complejos 2020 y 2021, hemos despedido muchas personas queridas que dejan en nosotros profundos sentimientos de admiración y cariño, también hemos tenido conocimiento de otras personas que por su perfil y vida controversial, su fallecimiento generaron mensajes que manifestaban además de adversión hacia estos personajes, una especie de satisfacción por su deceso, fenómeno que ha de llamar nuestra atención ante el gran deterioro que nuestra sociedad ha venido padeciendo desde hace par de décadas.

La muerte no es más que la bajada del telón de la particular obra de cada uno de nosotros como protagonistas,  y según hayan sido las  en las distintas entradas a escena, los verdaderos críticos, que son los que la padecieron o disfrutaron, serán los que den el veredicto final que acompañará al actor que parte a una gira eterna, sea a la gloria o a la ignominia, con respeto y admiración o con repulsión y hasta satisfacción tanto por el caído como por sus compañeros de elenco quienes pudieran sentirse hasta ofendidos.

La realidad es una sola, cuando se acaba la obra, las ovaciones o abucheos serán solo consecuencias de esa actuación, si se fue probo o se fue infame, si forjó valores o promovió abyección, no puede esperarse más que la gloria a los primeros y mencionarles con cariño, admiración y respeto, y las tinieblas para los segundos, a los que a veces siquiera merece nombrarlos cuando ello no solo nos rebajaría a tales ínfimos niveles sino que resultaría en atribuir alguna importancia a quien vivieron y ejecutaron su obra con la más absoluta bajeza.

Allí están los castigos y los premios de nuestra misión en la vida.

Hace pocos días en esta terrible obra apocalíptica falleció otra persona más bastante allegada alguien que sin duda era y seguirá siendo para todos los que lo conocimos, -y vaya que fuimos muchos- un ser excepcional, mi tio Bruno, otro personaje cuya magistral ejecución de su obra, su misión de vida merecen no menos que una perpetua ovación y que a pesar de lo doloroso de su partida, su memoria, junto a la de todas aquellas personas cercanas a mi que en este par de años han partido, generan una gran felicidad y agradecimiento por haberlos tenido como familiares, compañeros y genuinos amigos.

Tío Bruno, el verdadero pater familia de los Cavalieri Misle, posición y jerarquía que no precisamente resultase por ser el mayor de los varones de la rama familiar, sino por su particular manera de dirigirse a ella, a su clan, siempre de manera amena, tranquila, lleno de sabiduría y profundas reflexiones sobre todos los aspectos de la vida, sobre la profesión, la historia, la política, la economía y particularmente la idea de familia.

Tío Bruno el patriarca, pero no ese patriarca cuya imagen e idea es atacada con fines innobles, no, por el contrario, esa persona que rebosaba bondad y buenos deseos, que siempre estuvo con la disposición de ayudar, de generar sanas discusiones, el que en toda reunión familiar, cumpleaños, navidad, año nuevo o una simple parrilla tomaba la palabra para más que homenajear la ocasión, emitir con su irrepetible tono de voz alguna propicia reflexión para los presentes

Del tío Bruno, de mi tío Bruno, puedo decir cientos de cosas y anécdotas, por supuesto propias de quien como pariente ha podido tener acceso a relatos de juventud, de viajes, de eventos familiares y que decir de fotos de todos esos eventos, por lo que las referencias que desde esta cercanía no estarían libres de subjetividad, pero que en modo alguno afectan una absoluta verdad, de que estuvimos ante uno de los mejores ejemplos de lo que es en toda su extensión un buen padre, hijo, esposo, hermano, abuelo, cuñado, primo, suegro y por supuesto, un excelente tío, y de eso puedo dar fe, pero más allá de lo que podamos decir quienes por sangre estamos unidos, quienes pueden confirmar su excepcionalidad como ser humano son precisamente aquellos que sin tener lazos sanguíneos no dudarían en afirmar que además de lo anterior Bruno era un buen ciudadano, un buen hombre y más importante aún, un buen amigo.

Son incontables las veces en las que al mencionar mi segundo apellido, Cavalieri, me preguntaban si era familia de Bruno, y cuando decía que era su sobrino, hijo de su hermana Magaly, eran indetenibles las loas y manifestaciones de aprecio y de respeto, generándose de manera automática una empatía entre los contertulios y que luego devinieran en excelentes amistades.

He tenido la gran fortuna de entablar amistad con amigos de ayer y hoy del tío Bruno, y se me hincha el corazón por la manera que siempre se han referido de el como una persona virtuosa, honorable y buen amigo, y así como le escribiera a uno de ellos cuya amistad data desde 1952, esa amistad, y la idea de Bruno de amistad, únicamente pudiera ser descrita de la manera como solo los clásicos podían hacerlo, viniendo a mi mente la de Arsitóteles cuando en Ética Nicomaquea se refería a la verdadera amistad como aquella que transciende la necesidad o el placer y se dirige a estadios superiores como la que se sustenta en la virtud, en la fidelidad y en el apoyo incondicional.

Bruno partió de este plano material, y no tengo dudas que a ese plano superior que jamás el ser humano podrá resolver y que debe conformarse y convencerse con creer que existe algo más, pero de lo que tengo aún menos dudas es que aquí fue mucho y muy valiosos lo que nos dejó, un buen ejemplo de honor, de virtud, de familia y de amistad, algo que hoy no todos pueden hacer.

Tío Bruno, un abrazo, gracias por todo.


Comentarios

  1. Gracias, Roberto, por tu descripción de Bruno, mi papa..... Tanto mis hermanos como yo, estamos muy orgullosos de ser sus hijos. La descripción y los adjetivos escritos para mi son absolutamente correctos y detallan con precisión la personalidad de Bruno. Gracias por haber escrito este articulo, Bruno seguramente estará complacido ....... Un abrazo,

    Tu primo,

    Oscar Cavalieri Nalsen

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  2. Gracias Roberto por tan bellas palabras. Hemos perdido un ser excepcional. Un abrazo

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  3. Apreciado amigo - Pésame porla perdida de tu tío - Felicitaciones por el hermoso y profundo comentario con que nos das a conocer la noticia

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  4. No habría tenido la oportunidad de conocer personalmente al Tío Bruno, pero conociendo al sobrino Roberto Hung Cavalieri sería natural sentirse invitado para acercarnos al ser de luz que honra con su recuerdo en la hora de su fallecimiento, que no de su despedida. Comparto la obligación de celebrar los valores humanos universales y de honrar su práctica por nuestros ancestros, así como protegerlos y promoverlos para asegurar su permanencia y defensa entre nuestros descendientes y en nuestra sociedad en general. La presencia eterna de Bruno Cavalieri Misle quedaría firme mediante su expresión magnífica, gráfica, la música dirigida con la batuta del helado de paleta acompañando la letra del homenaje merecido, nos muestran la
    siembra y cosecha de los valores del buen ejemplo, honor, virtud, familia y amistad. Gracias "tío Bruno", gracias Roberto, su relevo andaría por el buen camino.

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  5. Mis sentidos pésames para la familia Misle Cavaliere, que tuve el enorme placer de conocer parte de la familia.
    Dios le reciba en su gloria. 🙏

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