Lady Godiva en Chichiriviche de la Costa.
En los últimos años cada vez que es posible incurro en una interesante y liberadora práctica como lo es el de baños playeros nocturnos en absoluta desnudez, práctica que se desarrolla más o menos de la siguiente manera: Me alejo de las personas con las que me encuentre y me dirijo solo hacia la playa, verificando que no se encuentre nadie allí, luego ya en la orilla procedo a sentarme en la arena donde me desvisto e inmediatamente me zambullo en el mar. El proceso de salida no es muy distinto y súbito, ya que las ropas están en la orilla.
Muy recientemente tuve la ocasión de experimentar una también interesante situación cuando al salir del mar las ropas con que súbitamente me vestiría para luego dirigirme a seguir compartiendo con las otras personas no se encontraban donde las había puesto, a modo de broma, alguien las había retirado.
¿Qué hacer en este caso?
Pues me senté con vista al mar del que acaba de salir cual nacimiento de Venus y aguardé el tiempo prudencial para que se diera por terminada la broma y las ropas me fueran devueltas y ¿Saben qué? ello no ocurrió y nuevamente la interrogante ¿Qué hacer?
Recordé que tenía más ropa dentro de la casa, pero para buscarlas tenía que dirigirme hacia donde estaba toda la gente atravesando todo el inmueble.
Afortunadamente no había servicio eléctrico y habiendo transcurrido aún mas tiempo a la espera de la finalización de la broma, empecé a planificar en mi mente la mejor manera de acercarme. No había iluminación, repasé en mi mente el mejor trayecto, la línea recta es la más corta y en consecuencia la más rápida, mentalizaba la ubicación exacta donde estaba mi maleta, recordaba si estaba o no con candado para no perder tiempo de hacerme de vestimenta y así planifique con todas las operaciones que debía ejecutar.
El plan estaba definido, la ruta fijada, el destino establecido, el traje de baño sustraído seguía sin aparecer, la cuenta regresiva para la acción empezaba: 3, 2, 1... allá voy...
Sin prisa, sin pausa, con la mirada fijada en la maleta, en pocos segundos ya estaba completamente vestido, una misión, una operación perfecta, mejor que cualquier operación comando de películas.
¿así se sencillo? nnaaahhh....
Imposible hablar de desnudez sin afectar alguna susceptibilidad o generar diversas opiniones.
Ya se podrán imaginar los comentarios al día siguiente, que por cierto apenas me dormí fue que apareció el bendito traje de baño.
Venían a mi mente par de historias relacionadas con la desnudes, una, la del chiste de la señora que llama a la policía para decirles que el señor de la casa de enfrente era un inmoral y eso la perturbaba, que este señor sin ningún pudor se paseaba completamente desnudo. La policía fue a la casa de la señora y cuando le señala que vean al amigo nudista, estos le responden que si bien observa que el señor está sin camisa, no se puede ver si está o no completamente desnudo, a lo que la señora les responde: ¿a no? súbanse a esta silla para que vean.
La otra historia es la de Lady Godiva, de la que sobre la desnudez y los fisgones mucho ha dado que hablar, pero de lo que más me gusta de esa historia es el tema que subyace sobre la voracidad tributaria y sobre el hermoso cuadro de John Collier.
El episodio de Godiva playera nocturna en Chichiriviche sin duda que abre un sin número de reflexiones de todo tipo, desde el playista, el sustractor del bañador, los testigos, la sociedad en general, entre otros interesantes temas.
A ver ¿tú que piensas? ¿cómo hubieras actuado?
Ah, y dos recomendaciones:
1. Experimenten ese tipo de baño nocturno.
2. No le escondan la ropa a los bañistas, no todos pueden responder de manera tan calmada así como idear y ejecutar una misión perfecta.
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